jueves, 14 de febrero de 2019

Hola vacaciones.

Corren aires de vacaciones por Bendito Eres.
Este es el último posteo previo a un par de semanas en las cuales el blog ni la página en face van a registrar ninguna novedad.
Aunque ... no me tomen la palabra del todo, quizás me arrepienta y vean alguna aparición. O no.
Saldré de vacaciones con mis hijos, lo cual me tiene muy entusiasmado para ser sincero.
A esta altura ya tengo armada una planilla con las actividades a realizar cada día, a cada hora, con el clima pronosticado, las rutas a seguir. Jodido en el trabajo, jodido en la vida.
Este viaje para mi es mucho más que unas vacaciones con mis hijos. Es la expectativa de verlos reir. Que se llenen de lindos recuerdos. Que les sirva para crecer.
Este paseo es la frutilla del postre a unos meses en los que me vienen pasando cosas muy lindas, donde vengo sintiendo que estoy encontrando una mejor versión de mi mismo. Por ahora, tampoco se lo tomen tan literal. Pero espero que esa tendencia siga a la suba.
Poniendo blanco sobre negro, el balance está siendo positivo. Mis hijos están sanos y son buenos pibes. Tengo muy buenos amigos. Una familia que me banca en todas. Me siento verdaderamente amado.
Tengo mi casa. Mis hijos tienen su casa. Tengo comodidades que la mayor parte de la población mundial no tiene. A mi heladera y a mi alacena jamás les falta alimento. Mi ropero me brinda opciones sobre cómo vestirme.
Para mi ya está. Y acá tengo que atajarme de algunos cuestionamientos que he llegado a recibir. Ese "ya está" es acribillado con "qué falta de ambición", "qué pocas ganas de progresar", "es un quedado".
Me resbalan.
Pero me gusta contar el porqué. Y la respuesta es sencilla para mi, voy a responder con otras preguntas: ¿para qué? ¿de verdad necesito eso? ¿realmente me hace falta? ¿qué me va a pasar si no lo tengo?
Es de ese modo que desistí toda mi vida de comprar, por ejemplo, un auto. Producto publicado como sinónimo de libertad y es todo lo contrario. De repente estás en un embotellamiento mirando el auto de al lado, deseándolo, solo para quedar agarrado en el mismo embotellamiento. Y te encontras pagando un sinfín de servicios relacionados con el dichoso auto; esclavizado para sentirte libre.
Y así con tantas cosas más. ¿De verdad necesitás esa prenda si no tenés necesidad de renovar el vestuario? ¿En serio necesitás ese artículo que solo va a estar juntando polvo?
Volvamos a la idea de que las mejores cosas de la vida no son precisamente cosas.
Recibirte, un viaje, una cena con tu amor, un almuerzo en familia, un asado con amigos, un paseo con tus hijos, una charla sincera con tus hermanos, un abrazo con tus viejos.
No quiero decir que no hace falta ningún bien material. El punto es tener lo que verderamente necesitamos y apreciamos.
Experiencias, vivamos experiencias.
El sistema nos va a bombardear todo el tiempo, pero se puede salir de la matrix.
Por lo pronto, les dejo un hasta luego.
Los veo en la frontera del sistema (no se puede salir del todo)
Nos estamos leyendo.

martes, 5 de febrero de 2019

El arroyo.

Fer: "Detrás de este alambrado jugábamos a la pelota con mis amigos. Estaba corto el pasto ... y ¿ven más allá donde están los árboles? Por ahí corre un arroyo. Ahí íbamos a jugar también."

Lautaro: "¿Y cómo pasaban papá?"
Fer: "Hacíamos un agujero en el alambrado."
Lucía: "¡Papá! ¡Cómo van a hacer eso!"
Lautaro: "Sí papá, qué mal."

Sí, lo admito ahora que ya prescribió el delito. En ese terreno que está a cincuenta metros de casa que le pertenece a una embotelladora de gaseosas jugábamos al fútbol de manera clandestina. Era una constante de hacer un agujero de medio metro por medio metro cada vez que veíamos que lo cerraban. Cada tanto en medio del juego llegaba la policía a corrernos. Corríamos, literalmente. El que hacía de arquero para el lado de la embotelladora tenía la misión de gritar las palabras claves: "¡La cana!".
En ese instante quien llevaba la pelota la alzaba y ese terreno era un desparramo de niños. Una mitad por el agujero en el alambrado o trepándolo para saltar al otro lado. La otra mitad, hacia los árboles: el arroyo. Así lo conocíamos a ese lugar. El arroyo, a secas.
El arroyo es un terreno de aproximadamente dos kilómetros de largo por uno de ancho, por donde corre un curso de agua en medio de una arboleda bastante espesa por tramos. Al final del curso de agua hay una cascada. Parece un lugar de ensueño, ¿no? Lo era al menos cuando eramos niños.
Pescar mojarras o bagres, jugar al ladrón y al policía, a la pilladita, a las escondidas, trepar a los árboles, bañarnos, todo era bueno en el arroyo. No había miedo a que aparezca nadie que nos haga daño. Ni siquiera a alguna alimaña, que las había. A lo único que le teníamos miedo era a que aparezca el duende. Palabras mayores. Un gran respeto por ese ser.
En ese lugar podíamos llegar a pasar literalmente un día completo. Para nuestras familias, que lo habitual era que no salgan de vacaciones ni en el verano ni en el invierno, el arroyo era el refugio ideal para los niños de la cuadra.
La jornada empezaba con un partido de fútbol por el honor, a muerte. Y seguía en el arroyo. Cuando empezaba a ocultarse el sol volvíamos a nuestra calle a sentarnos en la vereda al frente de casa.
Los mayores dramas que teníamos eran conseguir revancha del partido perdido, la posible paliza que recibiría el loco por haber ido a jugar con las zapatillas de la escuela, los anteojos que rompió el ciego jugando a la pelota y de quién era la culpa o el reclamo de alguna madre sobre la hora en que aparecíamos.
Eramos inmensamente felices sin darnos cuenta.

Lautaro: "Están altos los pastos papá."
Fer: "Sí enano, ahora no se puede pasar."

Cada tanto, camino los pasos que separan mi casa hasta el alambrado, solo para mirar y empaparme un rato de nostalgia. No me cuesta nada cerrar los ojos, ver limpio ese terreno y a mis amigos y a mi corriendo por los caminos del arroyo, saltando de borde a borde; yo extremadamente impaciente porque se termine la hora de la pesca.
Sí, definitivamente eramos inmensamente felices sin saberlo.

Manual para matar.

¿Cómo matar a un no muerto? Lo sé, parece una pregunta estúpida, y quizás lo sea. Jamás me agradaron los dueños de verdades y no pretendo tr...