miércoles, 11 de octubre de 2017

Quizás.

No quiero obsesionarme con el tema, pero estoy a punto de cumplir 32 años y no tuve lo que se llama "suerte con los hombres". Como si se tratase de una cuestión de azar, de meter la mano en un tazón, sacar un papelito con un nombre que diga "Joaquín" y listo, él es el indicado. O no.
Lamentablemente es mucho más complejo que eso. Quizás yo no sea la indicada para nadie. ¿Y si soy un error de la matrix?
Encima mi instinto no me ayuda.
Sentido común, ¿quién te llamaría la atención a vos, a cualquier mujer en cualquier reunión? El hombre lindo, divertido, el que parece interesante de un solo golpe de vista. No nos engañemos, todo entra por los ojos.
Será porque vengo herida, no sé, pero termino interesándome en el tipo de anteojos, peinado con raya a un costado, con nulo gusto para vestirse, con un vaso en la mano, que está parado solo al lado de una lámpara moviendose con total y completa descoordinación sin pegar un solo paso de la música de fondo.
Ese, que seguramente está divorciado por segunda vez, que tiene dos hijos de cada matrimonio, que por lo menos una de las ex está loca y muy probablemente viva con sus padres porque no tiene un mango.
Una suerte la mía ...
Quizás la culpa haya sido de Hugo. Cada vez que escuchaba de alguna amiga que se involucraba con un tipo casado me indignaba. Cómo podían ser tan estúpidas.
Pues bien, acá tienen a una estúpida más. Hugo era mi jefe, me trataba increíble. Un caballero hecho y derecho. Buenmozo, super atento, buen padre, simpático ... era todo lo que una podía pedir. La cuestión es que me enamoré. O él me enamoró, lo dejemos así para transmitirle algo de responsabilidad a Hugo.
El tema es que no pasó mucho tiempo desde que noté cómo me miraba cada vez que me acercaba a la fotocopiadora hasta pasar las siestas en el hotel más cercano al trabajo.
Horas extras se llamaban.
Empecé a sentir culpa. Celos. Amaba a Hugo pero lo quería para mi. ¿Está mal? ¿Está mal reclamar lo que es mio en los hechos? Me consta que mi ropa le estorbaba a sus pensamientos.
Pero para Hugo yo no era lo que yo pensaba. Yo no era su amor. Era tan solo la mina del trabajo que le gustaba. Y que se dió el gusto de llevarla a una cama. Y al piso. Y a la ducha. Y a la cama otra vez.
Llegaron las consabidas promesas de dejar a su mujer, que yo era el amor de su vida, que con su esposa las cosas estaban mal, pero que le daban pena los niños ... en fin. Viví la eterna espera durante tres años y pico. Tres años viviendo a la sombra de otra mujer. ¿Viviendo dije? Qué vergüenza llamar vivir a una etapa tan oscura.
Y ahí está Hugo, feliz como una perdiz en su foto de perfil de facebook con su mujer y sus hijos. Una familia perfecta. Los Ingalls son aprendices al lado de ellos.
Y acá estoy yo en mi foto de perfil, abrazando una maceta con un cáctus.
Maldita sea yo por haberme enamorado de ese tipo.
Finalmente renuncié a ese trabajo. Y a Hugo.
Todo para caer rendida a los pies de Diego. Qué decirles de Diego. Era el tipo perfecto. Soltero, sin hijos, profesional, joven, con proyectos. Era todo.
Dos veces les dije "era" desde que empecé a contarles sobre Diego, ¿se dieron cuenta?
Diego era genial, nunca teníamos un desencuentro. Un compañero ideal. Nunca vi venir la tormenta.
En enero pasado íbamos a irnos de vacaciones a Brasil. Empecé a armar las valijas y no terminaba más. Ropa por si hacía calor, mucho calor, ropa de media estación, ropa por si hacía frío, por si había auroras boreales, arco iris, tsunamis, invasiones alienígenas ... no terminaba más.
De repente .... de repente, como si se tratase de una broma de pésimo gusto Diego ya no me amaba. Así como leen, me plantó en el aeropuerto y tan sólo tuvo coraje para mandarme un mensaje avisándome que había cancelado todo porque estaba enamorado de otra mujer, con la que quería casarse.
Evidentemente hoy en día los hombres tienen los testículos demasiado pequeños para hablar las cosas importantes cara a cara.
En fin, acá estoy, en el cumpleaños de un amigo, a punto de irme al departamento de Joaquín. Así se llama el extraño descoordinado que estaba solo en un rincón. Resulta que no tiene dos ex. Tiene una sola (que sí, está bastante loca) Y tiene un par de pequeños, de quienes me mostró unas cuantas fotos en su celular y le brillan los ojos cuando habla de ellos. Joaquín vive solo. Y parece ser un buen tipo que no tuvo lo que se llama "suerte con las mujeres".
Quizás pueda darle una mano con la estética, tan solo necesita aprender a combinar la ropa. Y un mejor corte de pelo. Y clases de baile. Y una primera noche de amor.
Quizás yo también esté necesitando lo último.

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