(*) Lo que sobrevive de una cosa y sirve para recordarla.
En algún momento en la casa de Bernarda Alba vivió un tío abuelo. Fernando se llamaba también. Falleció cuando yo tenía dos años, y mis recuerdos más viejos justamente le pertenecen.
Recuerdo ir caminando por el pasillo de la casa, yendo al fondo donde él construyó una habitación y él estaba sentado junto a un hermano, fumando.
"Venga varón" me decía y yo me iba hacia él.
Cuando salía a "jugar" a la vereda, él me cuidaba sentado en la puerta. Me recuerdo llorando (para variar) "No llore varón, usted es un hombre."
Quizás algo de ésto se me pegó sin querer, porque cuando Lautaro se cae, que sucede muuuuy seguido, y le veo la cara con los lagrimales a punto caramelo, me sale automáticamente un:
Fer: "No pasa nada mi amor, vamos, sacudite las rodillas y seguí caminando."
Por lo general funciona.
Mi abuela, la Maga, es quien me inspiró los hábitos de cocinero. Los que leen las historias desde el principio lo saben bien. Sin embargo, a la hora de comer sus preferencias no eran de mi simpatía. Ella se quedaba con lo que usualmente yo descartaría. La excusa era que a ella le gustaba eso. Patas de gallinas en la sopa se ponía (a modo de ejemplo) Yo casi me descomponía de la impresión. Y así con todo. La porción de carne con más grasa, la que tenía más hueso, etc. Y siempre lo mismo. "A mi me gusta."
No era cierto. La estrechez económica la había hecho así. Dejaba lo mejor para sus tres hijas y ella comía las sobras. O no comía.
Lucía: "Papá, ¿por qué comés esa milanesa que está quemadita?"
Fer: "A mi me gusta así mi vida."
Fer: "Papá, lo único que quiero en la vida es no parecerme a vos."
Papá: "Suerte con eso hijo."
Los lectores más viejitos leyeron "La sonrisa de papá". Al resto se la resumo. Casi no lo conocí. Listo.
La cuestión es que me parezco mucho más de lo que quisiera aceptar. No solo en la sonrisa. En el descaro ante algunas situaciones, la facilidad para descomprimir temas (cuando quiero), la capacidad para ir al punto, en la rapidez para guitarrear (y no me refiero al instrumento) ... siento a veces una lucha constante para tomar las decisiones correctas. Esas que él optaba alegremente por no tomarlas como si nada. Que te parió papá, me heredaste una batalla diaria en mi cabeza.
Lau: "Papá ... ¿me puedo cortar el pelo como vos?"
Fer: "Más vale chango."
Por ahora, tan solo por ahora, les gusta parecerse a mi.
miércoles, 4 de octubre de 2017
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