viernes, 8 de marzo de 2019

La caja fuerte.

Lucía, Lautaro, escribo estas líneas para ustedes, porque quiero encerrar en palabras lo que vivimos en las últimas vacaciones. En algún momento Lu, me dijiste algo respecto de los recuerdos que me hizo reflexionar. Ya lo plasmaré más adelante, pero esa fue una de las razones por las cuales decidí atesorar nuestra aventura en Buenos Aires aquí, en una especie de caja fuerte de la memoria.
Al lector, es posible que algunos recuerdos lleguen atropellando. Quizás lo rodee la nostalgia y se le escape una sonrisa. O probablemente lo invada alguna que otra pena. Quedan desde ya advertidos.

No sé quién estaba más emocionado por el viaje, si ustedes o yo. Al viaje lo vine planeando por mucho tiempo. Investigué cada lugar. Cómo llegar, cuándo ir, cuánto íbamos a gastar. Todo con precisión matemática.
Fue el primer viaje en avión de ustedes, lo cual los tenía un tanto ansiosos.

Fer: "Sólo van a sentir mucho ruido cuando estemos por despegar y cuando aterricemos. Después no van a escuchar nada. Y cuando estemos levantando vuelvo van a sentir unas cosquillas en la panza, como cuando vamos en auto y pasamos por una subida."

Nos despertamos muy temprano a pesar de que las valijas ya estaban listas desde la noche anterior. También nos acostamos un poco tarde la noche anterior. Entre los tres acordamos que en el viaje de ida Lau iba a viajar del lado de la ventanilla y a la vuelta Lu iba a disfrutar de la vista. Yo siempre estuve en medio.
Llegamos al aeropuerto, su mamá fue a despedirlos y pasamos a la sala de espera. En ese momento la ansiedad estaba en su punto máximo.
Finalmente apareció nuestro avión y luego de unos minutos llegó un auxiliar que nos hizo pasar. Ya estábamos caminando hacia nuestro vuelo. Subimos, nos ubicamos y todo era nuevo para ustedes. Las azafatas, la bandeja, la bolsita, la revista, las luces.
Despegamos. Vos Lu me agarraste fuerte la mano, mientras que vos Lau ibas relatando el paisaje y todo era fascinación cuando llegamos a estar por encima de las nubes.
El viaje fue tranquilo, pero nunca en silencio. Hablamos hasta por los codos. Y nos reimos mucho.
Luego de poco menos de dos horas ya estábamos en Aeroparque. Fuimos directo a tomar un taxi que nos lleve al departamento que alquilamos. Entramos y nos sentimos como en casa desde el primer momento. Dejamos las valijas y partimos a almorzar. Teníamos hambre. Fuimos disparados a una casa de comidas rápidas donde les regalaron un par de coronas.
Volvimos al departamento solo para volver a salir; ya teníamos que ir a una obra de teatro sobre princesas, un mago y Mary Poppins. Nos divertimos bastante a pesar de que vos Lau no le tenías mucha fe.
Paseamos un rato más y volvimos al departamento, estábamos contentos pero cansados. Descubrimos un super chino a una cuadra, un lavadero cerca y dos verdulerías. Teníamos todo. Entramos al departamento y:

Fer: "Vamos juntos al chino."
Lu: "No papi, yo me quedo a cuidar a Lau, andá tranquilo."
Lau: "Sí, yo me quedo con mi hermana."

De repente ustedes eran autosuficientes. En qué momento pasó todo.
Los días que siguieron estuvimos más afuera que adentro del departamento. En San Telmo, el paseo de la historieta, el museo de los niños, el estadio de River, el barrio chino, el jardín japonés, el ateneo grand splendid, el cementerio de Recoleta, el centro cultural, Puerto Madero, el Luna Park, Plaza de Mayo, el Parque de la Costa, Temaiken, la Casa Rosada, el museo de Ciencias Naturales, el Planetario y los bosques de Palermo vivimos momentos soñados. Y nos quedaron unos cuantos pendientes.
Durante esos días la convivencia entre ustedes fue fabulosa, se pelearon muy poco, casi nada. Compartieron un montón. Compartimos un montón. Películas en Netflix, videos en YouTube, historias, juegos, comidas. Una noche mientras veíamos ParaNorman empezaron un debate sobre el personaje principal.

Lau: "El chico está triste porque nadie le cree."
Lu: "A mi lo que me pondría muy triste papá es si a vos te pasa algo. Jamás voy a acepar que te pase algo."

Por las noches compartíamos la cama de dos plazas y media, a pesar de que teníamos más camas. Pero no, iba yo al medio y ustedes a cada lado. Yo relataba una historia. Las primeras noches eran inventadas, por lo general aventuras sobre dos hermanos pero después ya me pedían cuentos "de verdad".
Una de esas noches les conté, una vez más, sobre el día en que nacieron. Lau, vos te dormiste en cuanto terminé con tu parte.
Lu, vos y yo nos quedamos charlando un rato más. Me preguntaste sobre cosas de mi infancia.

Lu: "Papi, cuando vos eras chico, ¿dejabas desparramados los juguetes como nosotros?"
Fer: "Sí, lo hacía ... pero al final terminaba juntando todo en una caja grande. Esa caja era una ensalada de juguetes."
Lu: "¿Vos te acordás de todo de cuando eras chico?"
Fer: "No, hay cosas que olvidé ... el recuerdo más lejano que tengo de mi niñez es de cuando yo tenía unos dos años. Yo caminaba por el pasillo que va hacia donde ahora está mi dormitorio y en la entrada había dos tíos abuelos mios. Ellos me hacían jugar."
Lu: "Me gusta."
Fer: "¿Y vos? ¿Cuál es tu recuerdo más lejano?"
Lu: "Mmm ..."
Fer: "Pensá tranquila"
Lu: " ... "
Fer: "No te apures, no apures a los recuerdos."
Lu: "A veces me pasa que cuando quiero acordarme de algo, no me acuerdo, y cuando no estoy buscando acordarme de una cosa, me termino acordando."
Fer: "Pasa seguido eso amor."
Lu: "Los recuerdos son caprichosos."
Fer: "Muy caprichosos."
Lu: "El recuerdo más lejano que tengo es de una vez que yo iba en el andador de un lado al otro de la casa. Y vos levantabas juguetes y otras cosas para que yo no las choque."
En ese momento te quebraste. Yo también lo hice y nos abrazamos fuerte. Sequé tus lágrimas y te dormiste. Es probable que hayamos comprendido ambos que el tiempo suele curar muchas cosas, pero otras quedan definitivamente rotas.

Al día siguiente continuamos con nuestras aventuras. Las lágrimas quedaban atrás y llegaban las risas los "un ratito más", "una vuelta más".
Otra noche, mientras preparaba la cena y escuchaba música, ustedes veían una película. Empezó a sonar "Chau" de NTVG en mi celular. Ustedes la reconocieron casi de inmediato. Era una de las canciones con las que se dormían de chicos. Probablemente la canción favorita para irnos a dormir. La terminamos cantando los tres juntos. Vos Lau, inventaste algunas palabras. Lu y yo nos reíamos de eso pero a vos te parecía divertido. Perdón vecinos, fue un momento de show familiar.
A vos Lau te gustaba mostrarme los pasos de baile que ibas aprendiendo mirando videos de Michael Jackson. No importaba si estábamos en el departamento, en la calle, en el aeropuerto o en el subte. Tu cuerpo necesitaba expresarse.
Una noche que salí de bañarme me acosté un ratito mientras ustedes veían una peli. Cerré mis ojos y ustedes pensaban que yo dormía. Vos Lau te acostaste un momento a mi lado, me abrazaste y me estampaste un beso. Me dejaste un "te quiero mucho" de postre y te fuiste corriendo.

Los tres coincidimos en que el mejor día lo pasamos en el Parque de la Costa. Llegamos a las once de la mañana y nos fuimos a las siete de la tarde. Todo ese tiempo en el agua, salvo por el momento en que salimos a comer.
Cuando nos fuimos estabamos rendidos, pero plenos. La foto que nos tomamos a la salida lo refleja perfectamente.

La penúltima noche Lu nos cocinó. Hiciste una ensalada de garbanzos, panchos y unos huevos que adornaste en forma de ratoncitos con pedacitos de vegetales.
Lu: "Quiero que descanses, hiciste un montón. Ayudame solamente con las hornallas."

El último día también nos despertamos muy temprano y antes de salir los tres nos despedimos del departamento.
En Aeroparque hicimos los últimos juegos en los carritos, almorzamos y subimos al avión. Dormimos casi todo el vuelo. Y en el taxi que nos llevaba a casa nos invadió el silencio. Sonaba nuevamente "Chau" de NTVG. La cantamos en voz baja, casi susurrando.

La felicidad son momentos, y durante esos diez días, nos llenamos de momentos felices. Me di una panzada con sus risas, con sus ojos grandes de sorpresa.

Sí, puede que haya cosas que permanecerán rotas, pero otras no se van a romper por nada del mundo.
Hasta la próxima aventura.

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