jueves, 4 de abril de 2019

El viaje.

Esa madrugada desperté solo en la casa de mi vieja. Hace poco me había separado. Me senté en la cama, esa cama donde dormí toda mi adolescencia y levanté una radio de juguete que estaba en la mesa de luz. A esa radio me la había dado mi hija el día que me fui de la casa de ellos. Según Lucía, tenía que llevarla sí o sí, de manera que ella pueda hablar conmigo cuando me extrañe o tenga miedo.
En ese momento tomé una foto. Es la foto que adorna la portada en el face de Bendito y que en el blog está a la derecha.
"Hay un llanto que me arrebata las madrugadas". Escribí esa frase en un papel suelto. Tenía que transformar ese dolor que me atravesaba el pecho y el nudo imposible de desatar en mi garganta en palabras escritas.
Hay momentos que tengo grabados. Una especie de puntos de inflexión. Todos están referidos a un proceso interno, de reconocimiento. Había llegado a un punto donde no sabía quién era yo.
Me equivoqué un montón de veces durante este proceso. Y quizás me quede corto. Fueron años de gran desconcierto y una alta dosis de toxicidad. Para graficarlo, fue como el vuelo de un pichón, un vuelo atolondrado, a veces estable, a veces con bajadas y subidas pronunciadas y a veces chocando. Ahora, puedo decir con mucha satisfacción y orgullo, que las turbulencias fueron quedando atrás.
Pero esto no implica que tenga todo claro en mi vida. Tengo momentos de mucha angustia, cosas que no resolví, expectativas que quiero cumplir y algunos de oscuridad.
Sin embargo, a diferencia de otras épocas, aprendí a mantener la calma y a esperar. Sobre todo eso, a esperar. Para eso, ayudó mucho haber aprendido quién soy. Me costó bastante, pero acá estoy, lo que queda de mi, que les cuento que no es poco.
Aprendí que no soy una línea constante, que voy mutando todo el tiempo. Acepté que me gusta intentar ser cada día una mejor versión de mi mismo.
Hoy leí en un posteo que alguien compartió una frase de Emily Dickinson: "las personas ignoramos nuestra propia altura, hasta que nos ponemos de pie."
Bueno, ustedes ya sabrán que lleva tiempo ponernos de pie. Pero qué linda se ve la vida una vez que te paraste.
Nadie sana siendo la misma persona dispara una frase mil veces compartida. Y tiene razón. Abracé mi proceso de mutación, empecé este viaje y no tengo ganas de abandonarlo, menos que menos ahora, que la vista es demasiado bella.
Seguramente vendrán momentos menos gratos. Nunca faltan y llegan cuando uno menos los espera. Pero estoy entero y con mejores armas.
Sin ellos, este trayecto no estaría completo.
Feliz viaje amigos.

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