martes, 8 de octubre de 2019

Discusiones conmigo mismo.

A veces, muchas veces las emociones te van a dominar. Vas a bailar al ritmo que te imponen. Como una marioneta.
Te va a costar aprender que esperar vale la pena. Que el tiempo no cura todo. Que lo que pasó no vuelve, al menos nunca del mismo modo.
Vas a querer herir a alguien con tus palabras. Lo vas a lograr. Pero ahí radica la diferencia entre las buenas y las malas personas. Tuviste éxito, lastimaste. ¿Te sentís bien con eso? Si te regodeas, si lo disfrutás, si lo justificás, entonces has fallado. Vas a intentar redimirte, vas a reinventarte. Vas a mutar una y otra vez. Una y otra vez.
Te convertirás en más de una oportunidad en el monstruo de tus pesadillas.
Te vas a resignar. Vas a desear morir. Tanto que casi lo consigues. Vas a volver a vivir, solo para descubrir nuevas formas de estar muerto.
Vas a revolver tus entrañas expulsando palabras que estaban empujándose. Escribir te va a salvar. Vas a sentirte vivo una vez más.
Vas a cuestionar cada vez más todo. Incluso a vos mismo. Vas a cambiar de opinión tantas veces que el concepto de contradicción se hace difuso.
Vas a apreciar los sabores. Un malbec. Una carne cocinada por horas. Unas pastas amasadas con amor. Unas papas, unas simples papas, crocantes y suaves a la vez.
Cocinar para alguien te va a rescatar de a ratos.
En la soledad vas a encontrar tu lugar en el mundo. Pero a la vez, deseas con todo tu corazón leer para alguien mientras comparten unos mates.
Vas a volver a enamorarte de las mascotas. Aprenderás a querer a los gatos.
Llorarás habitualmente. Esa cruz que te pesa, de a ratos sobre la espalda, de a ratos sobre tu pecho, te costará cargarla. No, no habrá alivio.
Habrás perdido todo. Económicamente hablando y no. Todo. Y lo vas a reconstruir. Te vas a reconstruir.
Entenderás que la vida no es una puesta de sol en el Mediterráneo de manera permanente. Hay (y bastantes) momentos de mucha oscuridad, donde la tristeza atraviesa el corazón.
En esos instantes donde todo sabe amargo, donde se atoran un nudo en la garganta detrás de otro, donde no encontrás un poco de paz, cuando más esquiva se hace la brújula, hallarás siempre un modo de salvarte.
Vas a dibujar una sonrisa en otras personas.
Vas a ayudar a muchos, pero serán muchos menos de lo que en realidad desearías.
Verás crecer a tus hijos, y no serás un mero espectador. Serás protagonista.
Te vas a enamorar (otra vez)
Vas a cocinar para tu familia y será una fiesta.
Vas a conocer a personas que no están cerca, pero se siente como si lo estuvieran.
Vas a emborracharte con amigos, a hablar de trivialidades y a compartir temas muy profundos.
Vas a sentirte un niño otra vez.
Vas a recuperar abrazos que habías perdido.
La cruz quizás no sea tan pesada después de todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Manual para matar.

¿Cómo matar a un no muerto? Lo sé, parece una pregunta estúpida, y quizás lo sea. Jamás me agradaron los dueños de verdades y no pretendo tr...