jueves, 9 de noviembre de 2017

Profecía autocumplida.

Se anuncia. Se ve venir.
Está claro que esta noche cuando vaya a tu casa, no será para retirarme después de intercambiar solamente algunas palabras de ocasión.
Ésta noche no habrá palabras. Salvo esas, las justas y necesarias, esas que probablemente llames sucias.
Para serte finalmente honesto, estoy harto de ser hipnotizado por tus piernas y tener que disimular todo lo que despiertas en mi.
Definitivamente cuando cruce esa puerta crecerá dentro tuyo un ejército indomable, respiraremos un aire diminuto, entrecortado.
Me acerco y presiento como ese ejército que comandas corre embravecido, tambalea ... mi sangre se apresura cuando hundes tus dientes en mi hombro y tus uñas en mi espalda.
Tus piernas me abrazan, como pretendiendo fundirnos a ambos en uno solo, una unión que tan solo disolvemos para descubrir que mis manos fueron hechas a medida de tus caderas.
Dentro tuyo te revelo, con hambre y sed; haces que despierte en mi también un ejército que sucumbe ante tus labios, esos mismos labios, que transformados en flor carnívora, convierten a mi ejército en rio crecido.
Puedes llamarle a esta noche "crónica de una profecía autocumplida". Para mi ... para mi el nombre es lo de menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Manual para matar.

¿Cómo matar a un no muerto? Lo sé, parece una pregunta estúpida, y quizás lo sea. Jamás me agradaron los dueños de verdades y no pretendo tr...