jueves, 7 de diciembre de 2017

Estar.

Hoy asistí al acto de fin de clases de mis hijos. ¿Existe alguna escuela o colegio en este país donde los actos empiecen a la hora previste? ¡Qué fanatismo que tenemos los argentinos con la impuntualidad!
Y los números que arman para los pequeños. ¿De la mente de quién salen por favor?
El acto empezó con las palabras de compromiso de una locutora y el ingreso de la abanderada y escoltas de séptimo grado y del jardín de 5.
De repente presentaron a los mejores promedio de sexto grado y los de séptimo tuvieron que entregarles la bandera y las bandas. O sea que los de séptimo fueron desechados en ese instante.
Después siguió una cantidad insufrible de presentaciones. Sepan disculpar, no es que no tenga corazón, pero seamos honestos, ¿es requisito tener poca imaginación y creatividad para armar un número de un acto?
Mi hijo hizo de cola de cienpies. DE COLA DE CIENPIES. Lucía fue la primavera. Un rol mucho más digno al menos.
La música de fondo fue de Enya, Jennifer López, Pitbull, Ricky Martin, Pitbull de nuevo, Chino y Nacho, Nacho solo y Axel. Sí, dije Enya.
Creo que las presentaciones más insoportables fueron las de los chicos de séptimo y los de cuarto y quinto grado. Los primeros pasaron con una especie de espada luminosa mientras hacían la mímica de una canción y caminaban en círculos. Los segundos entraron con una linterna, haciendo también la mímica de una canción y ... caminaron en círculos. Espadas luminosas y linternas. Estaban todas las luces encendidas en el salón. Todas.
Párrafo aparte para los padres. Qué grupo que jamás llegaré a entender. Ese fanatismo que tienen por sobarle las espaldas a sus docentes favoritos, por formar una cuasi secta en whatsapp ... Y si llegás a estar en desacuerdo sos poco menos que el anticristo. Hitler es mejor persona que uno. Obviamente no estoy en ese grupo de whatsapp. Y tampoco me saluda ninguno. Eso que soy un amor de persona.
Lo más lindo fue darle un beso a mis pequeños. Estar ahí para ellos. Porque de eso se trata ¿no? Estar a pesar de tener que levantarme una hora antes, caminar once cuadras, esperar un interurbano, viajar en micro cincuenta minutos y repetir el viaje de retorno sólo para eso. Estar.

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