viernes, 22 de junio de 2018

Descortés.

Espero Ud. sepa entenderme, pero hay un antes y un después de que la vi bebiendo de esa copa de vino y sin quererlo, coincidió su vista con la mia.
Esa fue la génesis de nuestro encuentro de contrabando en esta habitación que desconocemos, pero que transformaremos en territorio que nos pertenezca.
Ahora que estamos solos, debo confesarle que pretendo reinventar el significado de la palabra "poseerla" esta noche.
Voy a regarla de besos, de esos que bajan por el cuello e incitan a seguir por el mal (o buen) camino ... a desvestirla para sentirme náufrago entre sus pechos y al mismo tiempo cartógrafo experimentado recorriendo el mapa de su cuerpo.
No se confunda, no la quiero fácil, la quiero libre ... pretendo que Ud. desobedezca todos sus límites, que sea una anarquista sexual, que no reconozca ninguna autoridad ... excepto la mia.
Me gustaría comprobar si Ud. es capaz de hincar sus rodillas en el suelo sin ánimos de orar y sin hundir su mirada en el piso ... todo lo contrario, que la suba, que clave sus ojos de cielo en los mios.
Voy a aferrarme con fuerza a sus nalgas ... es que no quiero que se separe ni un milímetro de mi cuerpo y no quiero perderme ni una sola de sus reacciones, ni cuando su piel se erice, ni cuando los dedos de sus pies se abran, ni cuando cambie su respiración en ese preciso instante en el cual Ud. sea completamente mia.
Y si en algún momento de la noche Ud. tiene sed, la invito a beber de mi, con las mismas ganas con las que beberé de Ud.
Todo esto se lo digo con el mayor de los respetos, pero por favor, y espera sepa disculparme, no espere que sea cortés cuando me entregue su espalda.

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