Los paseos con mis hijos no son siempre juegos en el parque, tomar unas achilatas viendo como las caras les quedan coloradas y pegoteadas, comer algodón de azúcar presenciando con absoluta impotencia como la ropa queda teñida de caramelo. No, a veces a los pibes hay que llevarlos a los juegos electrónicos.
En esas ocasiones, junto coraje y presupuesto para ver como en un suspiro ese presupuesto es pulverizado.
El fin de semana pasado fue una de esas ocasiones.
Acaricié unos billetes y ahí fuimos los tres. Al primer lugar que encararon fue al pelotero.
Fer: "¿Cuánto sale señorita?"
Señorita: "85 pesos la media hora"
Fer: "¿Para los dos?"
Señorita: "Por cada uno, 170 pesos en total."
Fer: "¿Por media hora?"
Señorita: "Así es señor"
Fer: "¿En serio? ¿Por cada uno?"
Señorita: "Tal cual, por cada uno."
En ese momento los miré y ellos me miraron como lo hacen las suricatas cuando salen de su refugio. Me resigné a ceder gran parte de mi presupuesto en esa media hora. Bueno, no estaba tan mal porque iba a tener media hora para descansar mientras esperaba a que salgan. Pero ...sucede que tengo un Lautaro.
Pasaron apenas diez minutos y mi Lautaro se presentó a mi lado:
Lau: "Hola papi"
Fer: "Lau, ¿qué hacés acá?"
Lau: "Me aburrí, quiero salir"
En ese momento adopté el criterio del querido humorista tucumano Miguel Martín, y puse la voz de Batman.
Fer: "Ya volvés al pelotero."
Lau: "Pero papá, me aburro"
Fer: "No me interesa, volvé"
Lau: "Pero papá ..."
Fer: "Pero papá nada chango, quedate sentado en el pelotero si querés, o sino ya nos volvemos a la casa, no me importa nada." (Ese "no me importa nada" va con énfasis y sin parpadear)
Lau: "..."
Fer: "Vaya papá, vaya" (palmadita en la espalda)
Lautaro volvió al pelotero a completar los veinte minutos restantes. Durante ese lapso cada tanto se acercaba a la puerta y me preguntaba si faltaba mucho, pero el objetivo fue logrado.
Terminó la media hora y acudimos a un juego que nos tragó el saldo de la tarjeta. Economía de guerra ... me fui como flecha para reclamar y la encargada nos devolvió el saldo.
Tuvimos tanta puntería que en el siguiente juego nos volvió a suceder lo mismo. Nuevamente me fui a reclamar.
Fer: "Señorita, nos volvió a pasar lo mismo"
Encargada: "Bien señor, ahora lo resolvemos ... a ver ... no, en este juego no va a ser posible, lo que puedo hacer es concederle otro juego distinto sin cargo, el que Ud. diga."
Fer: "¿El que yo quiera?"
Encargada: "Menos ..."
Fer: "Quiero los autitos chocadores" (dicho a toda velocidad, con desesperación y señalando)
Encargada: "Eeehhh ... está bien"
Se subieron los pibes y bueno, sucede que tengo un Lautaro.
Lau: "Pa, no llego al pedal"
Fer: "¿Puedo subir yo también sin cargo con el nene?"
Encargada: "Y bueno ... sí" (con carita de resignación)
De más está decir que nos reímos un montón chocándonos bien a lo bruto. Los juegos con las bendiciones distan de ser suaves. Es nuestro estilo, nuestra marca registrada, somos intensos.
Ahora bien, que esperen al aguinaldo para la próxima visita a los juegos.
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