martes, 14 de agosto de 2018

Entre ella y yo.

Esta historia se escribe a dos manos, una de ella y una mia. 
Esta historia es ATP de a ratos y en otras se torna felizmente condicionada. Paradójicamente, mientras más condicionada es la historia, más libres nos sentimos. 
Por momentos ella es docente y yo alumno esmerado. En otros se invierten los roles y ella se convierte en una alumna que deja huellas. 
Acá estamos, enseñándonos mutuamente que no hay espina que no pueda arrancarse de los corazones, que a las heridas abiertas no hay que tocarlas ya que cicatrizan solas. 
Acá estoy, haciéndola reir para quitarle todas sus dudas. 
Acá está ella, despejando todos los nubarrones que me atormentan. 
Acá estoy, lanzando deseos irracionales como pedirla de desayuno. 
Acá está ella, haciéndome descubrir que mi sabor favorito está al sur de su ombligo. 
Acá estoy, sintiéndome guapo para ella, inventando métodos para que su perfume dure más tiempo en mi. 
Acá está ella, con sus carcajadas de colegiala, multiplicándose entre sábanas de manera exponencial hasta convertirse en infinita. 
Acá estoy, voluntariamente esclavo de su espalda. 
Acá está ella, pintando arco iris en mi vida con su lengua atrevida. 
Acá estoy, convirtiéndome de a poco en cartógrafo del mapa de su cuerpo.
Acá está ella, con su sonrisa sin nombre, mejorando mi vida cuando ya no esperaba reformas. 
Acá estoy, mirándola hipnotizado mientras ella me habla, hipnosis que es interrumpida con un “por qué me mirás así” … y yo muero de amor contenido, de manera que me resulta imposible resumir en una respuesta de un renglón, así que ahí voy, lanzando una catarata de palabras que explican el por qué de ese instante. 
Acá estamos, abrazados. Ella me abraza … me abraza con el alma, que es lo más lindo que tiene. 
Y yo, yo simplemente le agradezco que me haya mirado para tejer esta historia, esta historia que se escribe a dos manos, una de ella y una mia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Manual para matar.

¿Cómo matar a un no muerto? Lo sé, parece una pregunta estúpida, y quizás lo sea. Jamás me agradaron los dueños de verdades y no pretendo tr...