lunes, 19 de febrero de 2018

Imagino.

La imagino. La pienso. La creo y la recreo.
Ella parece haber salido de un sueño.
Probablemente sea de las que te roban una camisa o una remera y te resulta imposible de creer que esa prenda le quede mejor a alguien más.
Quizás sea de las que muerden al besar, de las que generan una revolución hormonal con una mirada, de las que abrazan después de hacer el amor y logran que te preguntes si antes de verdad habías hecho el amor.
De las que te devuelven un audio de tres minutos o un testamento que te hace pensar que el "escribiendo" no termina más, pero que a la vez podés notar que los latidos de tu corazón se aceleran cuando finalmente llega ese mensaje.
De esas que buscan refugio en tus brazos como si fuese una niña indefensa pero al mismo tiempo es capaz de lanzarse en paracaídas, confiando totalmente en instrucciones a las que seguramente no les presta atención.
De esas mujeres que se emocionan con películas o con canciones tristes pero que cantan mientras limpian o cocinan o mientras se bañan.
Probablemente sea una fugitiva de las sábanas frías y te contagie sus escalofríos cuando pega sus pies a los tuyos.
Estoy seguro de que no tiene ningún apuro para salir de la cama, que consigue transmitir toda la paz que uno necesita con una caricia y con un "quedate conmigo un ratito más".
De las que tienen defectos que jamás serán un problema para uno, de las que caminan bajo la lluvia, de las que siempre tienen antojos de chocolate, aunque sea pleno verano.
De esas que te abrazan por detrás y te besan hasta que te olvidas de todos los problemas que hasta ese momento te hacían sentir en un callejón sin salida.
De esa clase de mujeres cuya carcajada no pasa desapercibida, que es capaz de ganar un concurso de eructos y a la vez ser una princesa de Disney.
De esas que tienen uno que otro tatuaje y te hacen pensar que no existe lienzo más bonito en todo el planeta.
De esas que te manda un emoticón y tu rostro no alcanza a cobijar tanta sonrisa.
De ese tipo de damas que se enamora varias veces durante el mismo día, a veces de un vestido en una vidriera, de unos aros, o de un par de zapatos en oferta mentirosa.
Quizás sea todo eso y quizás algo más. Al resto de las escenas que imagino, me las guardo para mi.
Pero si de algo estoy seguro es que nada, nada la volvería tan loca como un beso, un buen beso, de esos que llegan por la espalda cuando ella no se lo espera.

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