viernes, 20 de julio de 2018

Friends to be friends

Mi primer amigo se llamaba Mateo. Era el único con el que conversaba en el jardín de infantes. Eramos compañeros también en el transporte que nos buscaba a diario y ahí íbamos conversando sobre temas trascendentales para la humanidad. Pero había una gran razón para que lo considere mi amigo. Todos los días él llevaba un paquete de galletas Merengadas. Recuerdo claramente que a media mañana abría el paquete y me convidaba un par de galletas y ambos simulábamos ser el gatito dibujado en el paquete. Aún paso por su casa, ubicada en un barrio de monoblocks, pero el jardín se terminó, me cambiaron de colegio y no volví a saber de él.
En el barrio mis primeras amigas fueron dos vecinas de al lado, ambas un poco mayores. Luego, a medida que fuimos creciendo, se sumaron muchos, muchos más. En verdad eramos una banda enorme en la cuadra donde vivía. El pasaje era un sinfin de gritos y corridas cada tarde (todos íbamos al colegio por la mañana) Y cuando no estábamos en la calle, estábamos en la canchita jugando a la pelota.
Se apagó mi infancia lentamente (aunque dentro mio una porción de niñez sigue viva) y empezó a forjarse la amistad con mis compañeros de la secundaria, amistad que perdura hasta el día de hoy inclusive con muchos de ellos.
Todo tiene un final, todo termina y también empezó a bajar el telón de mi adolescencia (aunque dentro mio resiste un adolescente) y conocí a mis amigos de la facultad.
Luego llegaron mis amigos de los trabajos en los que estuve y amigos de la vida que fueron apareciendo en el momento justo.
De todos los amigos que fui conociendo, no mantengo contacto con todos, pero cada uno fue muy importante en cada etapa de mi vida.
A ellos, a quienes me quieren sin juzgarme, aún contra mis fracasos, mis contradicciones, mis idas y vueltas. A quienes me quisieron incluso cuando yo no me quería.
A quienes me aman a mi y no a lo que hice o haré.
Todos ellos me ayudaron a moldearme, a construirme y a recontruirme (más de una vez)
Mis amigos fueron pilladita, escondidas, pelota de medias, pelota de cuero, salidas a la matiné, bancar para encarar a una chica, boliche, previa y after, taxi a casa, cama prestada, estudio de madrugada, apuntes, caminatas eternas, viajes haciendo dedo, vacaciones, laburo codo a codo, salud y enfermedad, dos monedas y algunos billetes, sanguche de milanesa al paso y asado en casa, incomprensión hacia nuestros padres y ahora que estamos de ese lado del mostrador, vamos entendiendo de a poco.
Mi vida fue atravesada y bendecida por grandes amigos. A todos ellos y a Walter, mi hermano de la vida, que en algún lugar de universo me espera para tomar ese dichoso fernet, gracias por tanto.
Gracias por toda la ayuda que me brindaron, aún cuando yo no sabía que la necesitaba.
Fui bendecido con la existencia de todos ellos.
Y a ustedes mis amigos lectores, gracias por estar siempre del otro lado, me alimentan el alma.

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