jueves, 14 de septiembre de 2017

ADN.

Fer: "Lu, creo que estoy siendo poseído por el Dios del baile."
Lucía: "Papá, por favor te pido, no bailes en la calle, nos va a mirar la gente."
Fer: "Es demasiado tarde, no puedo controlar mis movimientos."

Lucía sale corriendo, llega a la puerta de la casa de mi vieja y golpea desesperadamente:

Lucía: "¡¡¡Abu, abrime, por favor rápido que el papá está bailando en la calle y me está haciendo morir de la vergüenza!!!"
Esta escena suele repetirse en alguna peatonal donde encontremos a algún bailarín callejero o cuando vemos que alguna cámara de un comercio nos filma, o cuando sea simplemente.
Al margen de esta sutil diferencia, que no es tal porque a su edad yo era tímido como ella, Lucía se empeña en encontrar similitudes entre ambos.

Lucía: "Mirá pa, tenemos las mismas manos ... somos iguales pa."

Y así ya igualó pies, dientes, la frente, la sonrisa, gustos por sabores, los equipos de fútbol ... hasta la misma enfermedad crónica padecemos.
Ella es la dueña de las preguntas existenciales ...

Lucía: "Papá, si yo soy buena, y siempre digo cosas buenas y hago cosas buenas, ¿nunca me va a pasar nada malo?"

Qué complicado explicarle que igual le van a pasar cosas feas ...

Lucía: "Papi, ¿me prometés que nunca te va a pasar nada y no me vas a dejar sola?"
Andá a hacerle entender que no depende cien por cien de mi que no me pase nada. Y andá a bancarte ese nudo en la garganta.

Tener hijos ... hay cosas que solamente vas a entender el día que tengas a alguien que tenga tu sangre, alguien con tu ADN, alguien donde te encuentres reflejado. Es una frase hecha, pero en ese preciso instante te caen mil fichas. Ahí entendés todo. Bah, no todo, pero sí mucho.
Amo ser papá y me encantaría tener vida suficiente para verlos crecer y para ser padre nuevamente. Veo un niño por la calle y se me dibuja inevitablemente una sonrisa. Tengo una empatía especial con ellos. Cuando llego a alguna reunión si hay algún niño es fija que me quedo conversando con ellos. Ni hablar de los cumpleaños infantiles, soy un nene más.
Detrás de esa sonrisa (la que aparece cuando cruzo un niño) hay nostalgia por escuchar la voz de mis hijos y el deseo de tener un bebé en brazos, esas ganas que me brotan por ser papá de nuevo.
Dios siempre sabe, Dios sabrá si habrá nuevas noches para calmar cólicos o no.
Por ahora barba, por ahora dame aire, dame salud, soplá en mis pulmones bravos a diario para que no me dejen a pata, dame esperanzas nuevas, dame vida para ... estar.

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