Practicante confeso de tu piel
desde que me bauticé en tu sudor,
venero del coro de tus gemidos,
y me empecino en invocar a Dios
en ese preciso (y precioso) instante.
Podrán tildarme de hereje,
pero persevero esperando ser digno
de entrar en tu cama cada noche,
para beber con calma de ese cáliz.
miércoles, 13 de septiembre de 2017
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