De repente amanece un domingo,
de golpe te llega el olor a tierra aún húmeda por la lluvia,
te saluda ese vecino que canta en la vereda de su casa,
llegan el olor a facturas desde la panadería,
y el canto de los pájaros que anidan
en los árboles del fondo de casa,
se llamen como se llamen esas dichosas aves.
De repente llega una brisa que arranca sonrisas desde los cerros.
De repente alguien te mira con ojos nuevos,
arquea una de sus cejas y penetra en tu alma
con ojos marrones, tan comunes,
pero tan especiales a la vez.
Como si la vida te hablara,
y te dijera al oído,
aquí estoy, estás vivo.
Vuelve a intentarlo.
martes, 16 de enero de 2018
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