martes, 20 de junio de 2017

Invierno.

El invierno está recio, Más acá dentro de mi pecho que afuera,  pero cada vez que me nombrás, me traes la primavera.
Perdoname si esta declamación te resulta inoportuna, y quizás tampoco esté pisando firme al decirte ésto (no sé cuándo lo hice) Pero te vi nuevamente. Vi tus ojos, y me perdí ... no supe volver.
No seguirá a continuación necesariamente una selección de palabras melosas y "arjonescas"; no me des por ganado, porque al fin de cuentas, yo también valgo.
En algún momento supo arder un bosque dentro mio.
Hoy todo se convirtió en un adiós en oferta, me convertí en un ser rabioso esculpiendo mis escombros, tratando de hacer encajar los pedazos de este amor que se derrumba.
Intento retomar la escritura de mis poemas, esos poemas que hacían temblar tus piernas ... y a veces quiero re-escribirlos en tu espalda, y otras quiero romper en pedazos mi lápiz y arrojarlo lo más lejos posible.
El problema es que te vi, con mis propios ojos, desarmarte de amor en mis brazos. Y también te vi atravesar mi alma con una espada.
Pero a pesar de todo lo que pasó, muero por recitar mis últimos versos en tu cuello.
Acá estoy, incluyendo finalmente esas palabras melosas y "arjonescas" que negué hacer partícipe; hasta en eso me traiciono a mí mismo.
Acá estoy, intentando superar este invierno, recio, que endurece mi pecho y a duras penas le hace frente a tu mirada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Manual para matar.

¿Cómo matar a un no muerto? Lo sé, parece una pregunta estúpida, y quizás lo sea. Jamás me agradaron los dueños de verdades y no pretendo tr...