miércoles, 21 de junio de 2017

No tan invictus.

Primeramente (como dicen los futbolistas cuando los entrevistan) quiero contarles que éste es el post número 100.
Aplausos y ovación por favor.
Cien historias se mandó el tipo. Ni yo lo creo. Lo empecé de prepo al blog. Varias personas diciendo flaco, escribí que laburar no es lo tuyo. Y acá estamos. Sigo laburando porque en definitiva mi laburo está bueno. Y aparte por pobre, pequeño detalle.
Pasé de presentarme, a contarles sobre mi "petite mort" (la no divertida), sobre mis hijos, sobre mi divorcio, compartir historias de ficción, poemas, opiniones varias, sobre mi infancia, mi adolescencia, mi juventud y mi teórica madurez.
Sí, pasan los temas pero cada tanto vuelvo a lo que fue mi casi muerte. Es en definitiva el hilo conductor de este blog, y sin duda, este blog no existiría sin ese suceso. Sin ese evento que me cambió la cabeza hoy no estaría escribiendo para ustedes.
Sentir a plena consciencia que me iba a morir, y volver a estar acá, para disfrutar de mis hijos, de mi familia, del amor, de mis amigos,  de todas las emociones ... ¡de la vida! sentir todo eso es algo abrumador. Me superó en algún momento y no supe manejarlo.
Ahí estaba yo, lleno de cables y tubos en esa cama el día siguiente a la noche que desperté del coma. Débil, con la voz ronca por el respirador, con una debilidad tremenda. Ahí estaba, vivo para pelearla.
Ahí estaba en mi primer horario de visita para ver y escuchar a mis acompañantes: mi vieja, mi ex esposa y una tía.
Tía: "Huguito, vení, acercate."
...
Tía: "Chango, éste es Huguito, uno de los enfermeros de la terapia, con él has perdido el invicto. Se ha cansado de hacerte enemas ... JAJAJAAJAJAJAJAJAJA."

Sí, estaba vivo. Finalmente estaba rodeado del amor de mi familia.
La cuestión es que así vine a advertir que fui el sumiso de Huguito. Y lo peor (o lo mejor) es que no recordaba nada.
En tu cara Diego Latorre.
Es todo un tema. Frase que uno dice cuando no sabe a qué conclusión llegar.
Lamentablemente suelen existir secuelas. Un par de años más tarde y ante la sospecha de que sea celíaco:
Gastroenterólogo: "Bueno Fernando, acá te escribo la receta, vas a aplicarte un enemol ..."
No sé qué siguió diciendo. Robin tranquilamente podría haber dicho: "Santa cachucha Batman, quieren travesearte el batiyoyi."
Esta vez tenía que estar despierto. Y la ejecutora de la pena máxima, la afortunada (o no tanto, no lo sé) fue mi novia.
Las cosas estaban así, era inevitable. Así que encendí Spotify y busqué una lista que se llamaba "Los mejores lentos de la historia". Y con la ayuda de Bruno Mars, Roxette y Ricardo Montaner pude decir prueba superada. Y no, no soy celíaco. Fantástico Batman.
¿Lamentablemente dije? Bueno, valga la redundancia entonces porque no hay dos sin tres. Ahora mi gastroenterólogo sospecha que tengo algo serio en mis intestinos. O es eso, o ahora soy su sumiso.
Lo bueno es que voy a estar dormido. Quizás no despierte ... no, es broma, debería despertar, traveseado, pero despertar al fin.
Si no estoy acá pronto es porque se zarpó mal el anestesista.
Así que recen por mi. Y porque sea la última vez. A este paso, en cualquier momento me termina gustando.

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