viernes, 26 de mayo de 2017

De llenos.

Hay algo personal con los paraguas. Personalmente siempre me gustó sentir la lluvia. Salvo que esté cayendo un diluvio. Tampoco la pavada gente.
Pero esa llovizna suave, tranqui, me hace bien sentirla. Y mucho más después de un episodio en particular.
Cuando desperté del coma ((Lo que recuerdo del día que fallecí parte III) una de las cosas que más disfruté fue cuando me bañaron. Sí, fueron dos enfermeras manga de morbosos, pero no voy por ese lado. Ya sé que el post de ayer fue medio hot, pero hoy pegamos el volantazo (uno más en este espacio, que va y viene)
Lo que disfruté fue sentir el agua tibia cuando me lavaron la cabeza. Sonreía como un tarado. Era consciente de lo poquito que me había faltado para que me sellen la visa para el más allá, asi que disfrutaba enormemente de cada gesto que signifique estar vivo. Que me sonrían, que me acaricien, y sentir esa agüita corriendo por mi escasa e improlija cabellera, era una explosión para mi taquicárdico corazón.
Sí, no hay dudas, después de ese momento disfruto mucho de sentir la lluvia.
Así que volvamos al tema del post, no suelo llevarme bien con los paraguas. Los dejo en cualquier lado. Un bondi, un taxi, un mostrador, la caja del banco, la afip, rentas, la casa de tu hermana (?), a cualquier lugar van a parar.
Y si no los pierdo, los rompo. Mi récord es de dos paraguas rotos por año. Hoy a la mañana sin ir más lejos, estaba cerrando la puerta de casa y al apretar el botoncito sentí un ruidito, como una rajadura. Efectivamente, era una rajadura en la tela. Había un hermoso agujero en el paraguas. Lo dejé en el canasto de la basura y a sentir la llovizna señores.
Es linda la llovizna. Pero los años no llegan solos y uso anteojos. Y como no inventaron los anteojos con limpiaparabrisas, la llovizna empieza a molestar.
Me bajé del bondi y a 50 metros iba caminando un no vidente. Cieguito, lo digo con ternura por favor, no sean más papistas que el papa.
La cuestión es que surge el siguiente diálogo:
Fer: "Flaco, para dónde vas."
Cieguito: "Hasta la 24."
Fer: "Bueno, dale, poné tu mano en mi hombro ... ¿Y en la 24? ¿Doblás?"
Cieguito: "No, sigo hasta la San Martín."
Fer: "¿Y en la San Martín qué hacés?"
Cieguito: "Voy hasta la casa de gobierno."
Fer: "Listo, te acompaño hasta ahí entonces."
Cieguito: "Qué lluvia de mierda eh."
Fer: "No me jode la lluvia, vos sabés que salía de casa y se me hizo bosta el paraguas. El tema es que tengo anteojos y LLEGA UN MOMENTO EN QUE NO VEO UNA MIERDA. Un embole."
Cieguito: "Y sí."
Fer: "Qué comentario choto te hice."
Cieguito: (sonriendo) "Nooo, no pasa nada amigo, jajaja"
Hagan abstracción de lo pelotudo que fui.
Nos quejamos de llenos. Quejándome de que se me había roto un paraguas. Tengo la sonrisa de mis hijos. Voy a sentir su calorcito esta noche. Tengo salud, un laburo, buenos compañeros, grandes amigos, familia. Y, aunque ustedes no lo crean, hay mucha gente que me quiere, así, con todo lo raro que soy.
Me quejé de lleno.
¿Y vos? ¿Qué no estás viendo?

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