martes, 16 de mayo de 2017

Purmamarca.

Año 2010.
Era mi primer viaje fuera de la provincia para auditar una sucursal de la empresa. El destino era San Salvador de Jujuy. Había asumido hace menos de un mes como jefe de auditoría de una empresa tucumana.
Gerente: "Auditar esa sucursal te va a llevar tres días."
Me puse de cabeza a recorrer cada centímetro del local. Laburé desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche y logré terminar el trabajo en dos días y un par de horas del tercero.
¿Qué hacer con las horas sobrantes? Los pasajes ya los tenía en mano para la tarde y mi cabeza era un torbellino, como casi siempre en mi vida.
No tenía ganas de volver.
Me fui con lo puesto a la terminal y me subí a un ómnibus con destino a Purmamarca. Llegué un poco antes del mediodía. Empecé a recorrer las callecitas del pueblo, abracé el cerro de los siete colores, almorcé un par de humitas en chala y me senté a la siesta en la plaza del pueblo, cerquita de esa capilla que tiene ya unos cuantos siglos en pie.
Corría una brisa suave. No hacía ni calor ni frio. El clima era perfecto. Se escuchaba de fondo la música de una quena. Era la primera vez en mucho tiempo que sentía que me encontraba conmigo mismo. Era la primera vez que sentía esa conexión mágica.
Estaba solo y era feliz así.
Desde esa siesta que siento un vínculo único con el pueblo. Volvi dos veces y volvería cada año. Con todo el respeto que se merecen las grandes ciudades del mundo y las mejores playas ... a mi dejame en Purma.
Quizás parezca caprichoso que uno necesite estar en determinado lugar para aclarar la mente. Pero a veces uno se siente preso de tantas cosas y una escapada no viene mal.
Necesito ver las estrellas de ese cielo, sentir el amanecer en mi rostro, conversar con desconocidos, probar comidas nuevas, aprender a cocinar algo diferente, comprarme ingredientes para mi cocina y por qué no alguna vasija para el horno, caminar sin fin el cerro, reir mucho, pero mucho y por qué no mariconear largando alguna lágrima. Nunca están de más ... a ver si eso me ayuda a volver a encontrarme.
Espero muy pronto escribirles algo desde ahí. A ver si la magia de Purma me inspira, me equivoco y me sale un post decente.

PD: No sé si se los dije antes, pero a todos ustedes manga de inadaptados que entran a leer el blog, los quiero muchísimo aunque no sepa nada de ustedes.



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