jueves, 19 de enero de 2017

También fui un niño.

Aunque muchos me dicen que soy un niño grande. Puede que tengan un poco de razón. Pero antes de contarles parte de mi niñez tengo que contarles la previa. No exactamente esa previa que se imaginan. Qué morbosos, mi vieja teniendo sexo. Mi vieja se puso de novia con un señor y a la edad de 36 años, después de mareos, desmayos y vómitos (evidentemente yo le daba asco) le dieron la noticia de que esperaba a un hijo. Mi vieja, en el año 1978, soltera, con 36 años. Un escándalo. Mi abuela no estaba de acuerdo. Pero de qué servía eso. El Fernando ya estaba hecho. Bueno, mi vieja se fue contenta a darle la noticia a su novio. Pero él se había olvidado de contarle un pequeño detalle. Estaba casado y ya tenía dos hijos. Pasó el mundial y el Fernando venía marchando. Un temita más. Mi vieja fumaba dos paquetes de cigarrillos por día. De un momento para otro dejó de fumar para cuidar a semejante personaje que venía en camino. Llegó octubre y el día elegido para la cesárea fue el 16. Asi que ya saben queridos lectores, el 16/10 es mi cumpleaños y no me enojo si me quieren regalar algo. Mi vieja tuvo un pico de hipertensión y dejé de respirar por cinco minutos. No, si eso de estar al borde de la muerte viene de nacimiento en mi. Me llevaron a la neo y estuve tres días en la incubadora hasta que finalmente pude tomar la teta. Mi viejo envió una cadenita de oro de regalo (no sé por dónde andará) y quedaron firmes como padrinos de bautismo un amigo de la familia (que me acompañó hasta el último día de su vida) y una de mis tías. Llegué finalmente a la casa de Bernarda Alba. Me esperaba una larga convivencia rodeado de mujeres. Y muchísimas historias, que espero me alcance la vida para poder escribirlas a todas.

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