sábado, 28 de enero de 2017

El baul de Blás

Finalmente lo dejé entrar a mi casa. No porque estaba enamorada. Al menos no como lo estaba de Blas. Sin lugar a dudas, no como lo amaba a Blas. Pero estaba cansada de llegar y encontrarme sola. Ni una mascota salía a recibirme. Bueno, la verdad es que no me agradan las mascotas. Tenía apenas un cactus horrible que me regaló la vecina de al lado. Y qué saben los cactus del amor. Y qué sabrá mi vecina sobre regalos adecuados.
Pablo entró, giró su cuerpo ciento ochenta grados de compromiso para decirme “qué linda es tu casa”.
Apenas había visto el living y ya sacó una conclusión sobre mi casa. En fin. Blas sabía decirme todo en el momento indicado.


- “Pasá, ponete cómodo, ubícate en el sofá grande, voy al baño y vuelvo.”
- “Bueno amor, te espero.”
¡Ay!, me da urticaria cuando me dice “amor” ¿Por qué tiene esa maldita costumbre de recordarme que no lo amo?
Salí del baño decidida a no sentirme sola. Así que del sofá lo llevé directamente a mi cama. De la cama, a la ducha. Y otra vez a la cama.
- “En qué pensas” (es inevitable. Es genético. Todas las mujeres nos llenamos de intriga ante el silencio del hombre. Como si en algún momento estuviese por salir de ellos la respuesta a todos los males del mundo)
- “Estaba mirando ese baúl que tenés al lado del mueble de tus zapatos … es enorme, qué guardás ahí? Disculpame que sea tan curioso amor”.
Otra vez esa manía de hacerme sentir culpable. Disimulé la culpa con una sonrisa. Nada como una sonrisa para encubrirme mintiendo.
- “Ahí está Blas”.
Pablo se quedó mirando perplejo, quizás tratando de ver rastros de sangre, tomando medidas imaginarias, calculando espacios … los hombres son tan literales … todos menos Blas … Blas siempre me entendía. Después de un minuto eterno, sonrió socarronamente.
- “Cómo va a estar tu ex ahí …”
Me encogí de hombros y le sonreí.
- “Nunca me contaste por qué terminaste tu relación con él … y jamás volví a verlo.”
- “Pablo, salimos desde hace un mes. Tu “nunca” suena un tanto exagerado.”
- “Bueno, me gustaría saber … no quiero cometer los mismos errores que él …”
Lo paré en seco.
- “Él no se equivocó nunca Pablo.”
- “Bueno, perdón, pero por algo se fue … por algo te dejó así de un momento para el otro y nadie volvió a saber de él.”
- “Él era perfecto Pablo. Me amó demasiado. Tanto que era intolerable sentirse amada de ese modo. Simplemente no pude soportarlo y tuve que deshacerme de él.”
- “Quizás te sentís así porque todo es demasiado reciente aún … pero algo debió hacerte para que tenga tanta vergüenza y desaparezca del mundo … no te culpes.”
Alejé mi brazo izquierdo de su pecho y desvié mis ojos hacia la pared.
-: “Yo jamás pude entender la profundidad del amor que Blas sentía por mi. En el fondo, necesitaba sentir que él era uno más, igual a todos … un hombre normal … como todos los que me habían fallado antes“.
Le devolví la mirada con una sonrisa espontánea y seguramente un brillo en mis ojos que me delataba.
- “Él me dejaba frases que escribía en cualquier papel que encontraba ¿sabés? Es una taradez, algo extremadamente simple, pero me llenaba el alma cuando las encontraba en mi cartera, debajo de mi almohada, donde sea. Pero soy una desconfiada eterna … no pude convencerme jamás de la sinceridad de esas palabras escritas. Y un día … “

-: “Amor, no me dijiste nada sobre la nota que te dejé en la mesada”.
-: “Son solo palabras Blas … el amor se demuestra con hechos”.


- “Lo paradójico es que Blas me lo demostraba todos los días. A veces se equivocaba, claro, pero se esforzaba tanto en corregirse. Había momentos en que realmente sentía pena por él. Tan abnegado a enamorarme … desde ese día no me escribió nada nunca más. ¡Y yo extrañaba horrores esos papelitos de mierda! Porque me sacaban una sonrisa cuando más la necesitaba … fui cruel con él porque necesitaba sentir que yo tenía razón, exigía desmoronar sus sentimientos, poner a prueba el amor que él supuestamente me profesaba.”
- “Y esas palabras que vos le dijiste … lo llevaron a hacer algo? ¿Vos lo viste con otra? Porque en el trabajo él era muy reservado …”
- “Nunca. Siempre fue para mi. Pero no pude conmigo misma. Empecé a romperle el corazón lentamente …”

- “Blas, podés tratar de no ser vos esta noche?”
- “Bueno amor, te lo prometo.”
- “Blas, a veces me da vergüenza cuando estoy con vos … el modo en el que actuás … ¿qué querés demostrar?”

- “Blas siempre fue muy sensible … siempre pensé que debió haber nacido mujer, jejeje”
- “No te rías estúpido … no me estoy burlando de Blas.”
En ese momento me puse roja, porque había pasado una hora completa burlándome de Blas. Y Pablo seguía con la mirada fija en el baúl.

- “Blas, ¿podés intentar no ser tan demostrativo cuando estamos con amigos? No estoy acostumbrada.”
- “Pero amor, desde hace un año que estamos juntos … y siempre fui así, ¿ahora te incomoda? Amor, ¿a vos te pasa algo? ¿querés contarme?”.
- “No me pasa nada Blas … dejame en paz.”

- “Poco a poco fui haciendo añicos sus sentimientos hacia mi. Pero insistía en permanecer a mi lado. Cada vez que lo necesitaba, él estaba. Blas era … perfecto … y tenía razón, a mi me pasaba algo … yo no estaba bien … me cuesta creer que un hombre me quiera de verdad …. Pablo ¿podés dejar de mirar el baúl y prestarme atención? Te estoy contando algo importante ….”
- “Disculpá amor, es que me mata la intriga.”
Definitivamente, Blas sí me quería de verdad. Y siempre me miraba a los ojos cuando yo le contaba cosas importantes. Y también cuando se trataba de estupideces. Él me decía que lo hacía porque adoraba mis ojos y mi sonrisa. Pero lo mismo me habían dicho antes … los que me fallaron. ¿Por qué iba a ser de verdad ahora?
-: “Sé que querés saber si en la cama Blas era bueno. En eso, todos los hombres son iguales. Todos necesitan ser el mejor. Al menos mejor que el anterior … pero te voy a ahorrar la pena. La cosa es que Blas era incapaz de dejarme a pesar de que todo había cambiado. Seguía empecinado en demostrarme que me amaba. Y yo, terca, en que tenía razón, que todos los hombres son iguales … de modo que decidí matarlo.”
Sentí como a Pablo le corrió un frio por la espalda, a pesar de que me llevaba dos cabezas y al menos 30 kilos de ventaja. Pude palpar como nuevamente hacía cálculos mentales comparando el tamaño del baúl con la altura de Blas. Pero no, no tenía pensado matarlo. Sin embargo, él no sabía eso. Tenía razón en sentir miedo. Es la primera vez en toda la noche que Pablo había acertado en algo.

- “Matarlo …. ¿matarlo? O sea, lo que quiero decirte, es … ¿lo mataste de verdad a Blas?”
- “Pablo, relajate … ¿te acordás la semana anterior a que nos besemos por primera vez? Vos habías viajado por trabajo. Aproveché para deshacerme de Blas. Ya tenía todo pensado.”

Estábamos cocinando juntos. Yo me ocupaba de picar las verduras. Él estaba concentrado dándole sabor a un pedazo de carne. Agarré el cuchillo mediano, el más filoso, me encantaba usarlo porque el mango se amoldaba justo al tamaño de mi mano.
- “Blas, ¿por qué estás aún conmigo?”
- “¿Cómo que por qué? Porque te amo cielo.”
- “Siempre me dijeron “te amo”. Cómo sé que tus “te amo” no son una ilusión más.
- “Porque no necesito perderte para saber quién sos. No necesito fallarte pare después llorarte. Yo ya sé quién sos. Sé lo que sos, lo que vales. Sé que soy para vos y que vos sos para mi. No me pidas una conclusión objetiva porque no existe la objetividad a la hora de amar.”
Esas palabras seguramente ablandarían cualquier corazón. Casi ablandan el mío. Casi me emociono y tiro el cuchillo y corro a abrazarlo y a besarlo. Casi. Pero mi necedad fue más fuerte.
- “Blas, yo no te amo.”

- “Es increíble como cinco palabras pueden bastar para terminar con una vida. Fue suficiente para acabar con Blas. Un trabajo limpio. Salvo por mi conciencia, claro … pequeño detalle.”
- “Entonces … ¿no lo mataste de verdad?”
- “Blas ya no está Pablo, ahí se termina la historia que te cuento.”
- “Pero decime, ¿Blas está muerto?”
- “Blas no está. Está el baúl. Blas vive ahí dentro. Eso es todo lo que necesitás saber.”
Nos atravesó un minuto de silencio helado.
- “Yo no soy igual a todos.”
- “No lo sé Pablo … lo único que puedo asegurarte es que definitivamente, no sos como Blas. No puedo amarte como lo amé a él. No podría hacerle eso a Blas. Y por eso, no voy a matarte.”


Blas: “Sé que sí me amás. Sé que no podés con vos misma. Yo voy a esperarte todo el tiempo que sea necesario …”

1 comentario:

  1. Hola, Mi nombre es Elena Garcia soy de Madrid España, he estado buscando un préstamo en línea, desde que me han estafado 4.000,00 euros, le dije a un amigo que me remitió a una empresa de préstamos llamada Viva Préstamos LTD, donde Ella consiguió un préstamo de, entonces i contactó con ellos, a mi mayor sorpresa tengo un préstamo de 50.000,00 euros de ellos sin ningún retraso, quiero usar este medio para agradecer a Viva Loan por prestarme un préstamo, Si usted está en necesidad de Un préstamo le asesoraré para contactar con ellos ahora a través de su correo electrónico (michellealiex200@gmail.com)

    ResponderEliminar

Manual para matar.

¿Cómo matar a un no muerto? Lo sé, parece una pregunta estúpida, y quizás lo sea. Jamás me agradaron los dueños de verdades y no pretendo tr...