domingo, 30 de abril de 2017

Adónde te trajimos.

Lucía se paró de frente, tomando con sus manos el manubrio de la bicicleta del vecinito y le lanzó un bramido:
Lucía: "Eh, vos, dejá de chocarlo a mi hermano o te la vas a ver conmigo."
La llamé para tranquilizarla y vino a la casa hecha una furia.
La enana es un huracán, tiene carácter y está claro que no le van a pasar por encima tan fácilmente.
Es de encarar a un grupo de niños que no conoce con total desparpajo: "Hola, me llamo Lucía, ¿puedo jugar con ustedes?"
Pero debajo de esa dureza, se quiebra fácil. A veces puedo pedir permiso en mi trabajo para asistir a algún acto del colegio. En uno de los últimos al que fui tenía que ayudar con el cambio de ropa de Lautaro. Cuando terminó el acto fui volando con el enano al baño para cambiarlo. No había tenido tiempo de despedirme de Lucía y cuando salí el salón estaba desierto a pesar de que lo vestí a toda velocidad a Lau.
Solamente estaba ella, paradita en la escalera, buscando con su mirada.
Fer: "¡Lucía! ¡Vení rápido enana!
Bajó corriendo, me abrazó y lanzó unos lagrimones, gruesos como uvitas como suelen ser los suyos.
Lucía: "Pensaba que te habías ido papi."
Fer: "No mi amor, no me iba a ir sin darte un beso."
Está claro que estoy enamorado de mi hija, ¿no?
Me hace feliz, pero se va haciendo más grande y sinceramente, sufro. Es mujer. ¿A qué la traje? ¿Adónde?
Ya tuvimos la charla sobre que "su cuerpo es de ella y nadie tiene derecho a tocarlo", y sobre "no te vayas nunca con un desconocido." Ya le enseñé a defenderse y ya tuvo la oportunidad de usar sus puños con un compañero ... intenso.
Si está jugando en la vereda, yo me siento en la puerta.
No dejo que entre a la casa de un vecino. Y tampoco me quedo tranquilo si está con un familiar. Pero, como les dije antes, está creciendo.
No voy a poder estar siempre. Ahora mismo no lo estoy.
Va a empezar a maquillarse. Va a usar un top, un short corto, una mini o un jean ajustado.
No falta mucho. Unos años pasan en un abrir y cerrar de ojos. Ayer la dormía sobre mi pecho. Mañana me va a estar pidiendo permiso para ir a una fiesta. A UNA FIESTA. De sólo pensarlo me enfermo.
No, no falta mucho para que le empiecen a decir groserías por la calle, para que se le peguen intentando forzar una charla, para que le manden fotos del pene por el face o por whatsapp, para que le toquen el trasero en un boliche o para que intenten emborracharla para llevarla a la cama.
Serán muchas noches con el Jesús en la boca, esperándola a la salida de tus fiestas. Muchas veces la veré, hermosa, con un vestido escotado, embobado, pero a la vez angustiado.
Adónde te trajimos, enana. No voy a estar siempre y esa idea me aterra.
Sólo espero que pueda dejarle ... lo que mejor pueda brindarle. Y que no tengas la mala suerte de cruzarte con alguno de estos animales que abundan en este mundo (y que no deberían haber nacido)
Será cuestión de respirar hondo hijita nomás.
Ayer eras un porotito. Hoy sos una niña con piernas largas, cabellos super lacios y con mucha actitud.
Mañana, mañana será otro día.
Otro día en este mundo al que te trajimos.

2 comentarios:

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