lunes, 24 de abril de 2017

Juguetes.

¿A qué velocidad late el corazón de un niño cuando le van a regalar un juguete? ¿Te acordás de tus juguetes más queridos? Eran cosas inertes, pero cobraban vida en las manos. Y en la mente, sobre todo en la mente.
Éramos una familia de clase media, tirando a baja, asi que no nos dábamos grandes gustos. Y ahí caían en la volteada los juguetes.
Mis juguetes fueron en gran medida los libros y revistas, pero también tuve de los "normales".
El primero que recuerdo era una pelota de goma, de esas pesadas que cuando se mojaban se transformaban en un arma letal. Con esa pelota jugaba en en la galería de casa, quebrando cada tanto alguna rosa y provocando los alaridos de mi abuela, advirtiéndome que le iba a causar un infarto por tanto maltrato al jardín.
Amaba los soldaditos. Esos nunca faltaban, eran la salida económica para ser regalados y yo construía un mundo. Literalmente ocupaba todo el comedor. Sillas, mesa, piso, la máquina de coser. Y hasta el fondo de casa llegaba ese mundo virtual. Todo servía para completar ese universo. Hebillas, botones, cepillos viejos ... todo tenía un sentido y todo cobraba sentido para mi.
Tuve cuatro regalos bomba, de eses juguetes que era muy copados y que amé con todo mi corazón.
El primero de ellos era un fuerte, un lugar donde hacían base los soldados buenos para defenderse de los soldados malos. ¿Saben los novelones que me armé con ese fuerte y todos los pesonajes?
También tuve autitos, varios y había carreras por montontes. Rápido y Furioso estuvo inspirada en mis siestas con los autos, te lo firmo ya. Era tirarme panza abajo, emitiendo sonidos de motores, choques y explosiones.
El segundo regalo bomba fue una carpa de tela, donde podía jugar con mis amigos a ser un indio. Pobre carpa, la hacíamos de goma.
El tercer regaldo copado fue el Mazinger Z que lanzaba puños. Ahí se la jugó mi vieja. Adónde sea que estés Mazinger, te amo hasta el infinito y más allá.
El cuarto y último fue un karting que me regaló mi padrino. Tenía forma de auto antiguo, con techo y todo. Manejando ese karting pude saber que jamás me darían licencia para conducir.
En medio de esos presentes, había furor por las figuritas de equipos de fútbol y empezaban a hacerse famosos los transformers. No había disponible para comprar tanto asi que yo me hacía mis propias figuritas. En planchas de papel dibujaba y pintaba camisetas y robots, que hasta se transformaban y todo eh? Posta, era todo un ingeniero el niño Fer.
A mi vieja se ve que le dio pena asi que me compró un robot que se transformaba en ... autoelevador. ¿A quién puede intimidar un autoelevador, mamá? ¿Viste a la velocidad a la que andan en los pasillos del Mako? Lautaro le gana al trote. Igual, te rebanco vieja, sé que tu intención era buena.
Todos los juguetes iban a parar a una caja de cartón. Cada siesta la caja se volcaba para desparrarmarlos y empezar un capítulo nuevo en mis historias.
Con el tiempo los juguetes fueron regalados por mi vieja a primos míos que los destrozaron por completo. Sepan primos que los odio con todo mi corazón por eso.
Y vos ma, media pila, recuperame el karting por lo menos.

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