La primera vez que actué fue en el jardín de infantes. Fue para un acto de un 25 de mayo y mi papel era el de un negrito. Justamente yo, blanco a más no poder, tenía que hacer de negro.
En ese momento conocí el poder abrasivo de un carbón siendo frotado con mucho empeño sobre mi rostro.
Me vistieron con una camisa blanca, un chaleco de tela negro, pantalón negro y zapatos. Era un esclavo con la cara veteada. Un esclavo en versión artesanal rústico, digamos.
Para que salga ese carbón pude apreciar también las cariñosas refregadas del jabón "La Mariposa" sobre mi carita.
La siguiente vez que me tocó participar fue para un día de la tradición en la primaria. Debo haber tenido ocho o nueve años, y lo mejor de la ropa era el cinto. Era de cuero y tenía adheridas muchas monedas de diferentes orígenes. Era el gaucho más moderno del salón de actos.
Me veo en las fotos y me viene tanta nostalgia. Ese pibe no tenía idea de lo que se le venía de grande.
Era bonito de pequeño, después me descompuse. O quizás me cambiaron y me hicieron un lavado de cerebro. Con mucha lavandina.
En fin, volamos al hilo conductor del relato.
Fui creciendo y se me fue yendo el entusiasmo por participar de los actos. Menos si tenía que actuar. Lo máximo a lo que llegaba (y por que no me quedaba otra) era a formar parte de la fiesta de la educación física.
Consistían en la secundaria en armar pseudo coreografías de púberes caminando, trotando, corriendo, saltando, con aros, sin aros,al ritmo de "eye of the tiger". Tristísimo.
La última vez que participé, estaba formando fila, frente a todo el público y de repente empecé a sentirme mal. Me desmayé encima del flaco que estaba parando adelante.
Sí, en frente de toda la humanidad me desparramé. Mientras tanto siguió sonando el Himno Nacional y cuando un par de compañeros quisieron acercarse, sonó la voz de "alto, déjenlo" del profe de gimnasia. Lógicamente tenía preferencia que no se rompa la coreo. Que se muera el flaco que estaba tirado.
Pensando en retrospectiva. quizás el hecho de haberme hecho el canchero y pasar de largo sin almorzar hasta las 20 horas hizo efecto. O quizás simplemente yo sea muy zonzo. Misterios del universo.
Lo bueno es que me regalaron un pancho y una coca de la cantina.Y caramelos.
Después, ya de "grande", actué en un video que hicimos con un amigo para un día del padre.
Yo actué, ¿están leyendo? Yo. Evidentemente de grande me hice muy cara dura. Ese video anda en el youtube. Y ni en pedo les paso el link. Al menos por ahora.
En fin, Sebastián Estevanez, te salvaste de flor de competencia.
viernes, 21 de abril de 2017
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