jueves, 20 de abril de 2017

Por qué.

¿Por qué empecé a escribir? Empecemos con que esta no es mi primer experiencia.
Empecé por leer ... muchísimo. Desde los 4 años leo sin parar. Leí diarios, revistas, historietas, libros de ficción y no ficción, manuales, atlas, enciclopedias y diccionarios. Todo, de la temática que se haya presentado, todo fue material de lectura.
A los ocho años generé mi primer producción: una redacción sobre mi perro, Batuque. No sé dónde estará ese valioso manuscrito actualmente y tampoco recuerdo exactamente qué escribí, pero sí les puedo decir que era una historia de amor. Amaba a ese perro. Era un perro recuperado de la calle, que me lo había regalado una tía abuela. Petiso, de color tostado claro y malhumorado a más no poder.
Tenía un permitido, salir a la calle por 15 minutos cuando las mujeres se despertaban de la siesta. Su felicidad consistía en eso: salir muy relajado, mearle la casilla de gas del vecino, ladrarle a los perros que estaban encerrados y echarse en la vereda. Eso era todo.
Un buen día sin embargo llegó una vecina con un cachorro aduciendo que era producto del amor entre Batuque y la perra de ella. El perrito no se le parecía ni en el blanco del ojo. Sabedor Batuque del engaño, jamás lo aceptó como hijo.
Pero dejemos de desvirtuar el post.
Ese intento de escribir quedó en suspenso. Me dio vergüenza. Ya sabía que yo no era ... tan normal. Me sabía todas las capitales y banderas del mundo, conocía la situación política y económica ... me gustaba saber y a menudo me aburría en las charlas con mis amigos. Mi humor no era entendido generalmente. Y los chistes habituales no me parecian graciosos; simulaba mis risas.
Escribir era demasiado raro. No, mejor lo dejemos para otro momento.
Ese otro momento llegó a mis 25 años aproximadamente. Armé un blog, escribía lo que me venía a la cabeza, literalmente ese blog no tenía sentido alguno. Lo cerré. Me duró un mes.
Un año más tarde armé otro blog, el anecdotario. Tampoco tenía un hilo conductor claro, pero iba queriendo. Ese blog tuvo sus momentos (de hecho me duró casi cuatro años) Pero finalmente, como casi todo, me terminé aburriendo.
Volvamos al por qué. Por qué armé esos blogs. El primero, por qué evidentemente venía acumulando algo en la mente y necesitaba volcarlo. No fue bueno el producto, casi que me convencí que era malo, muy malo escribiendo. Sin embargo, y también como casi todo en mi vida, fui por una revancha. Debo reconocer que el anecdotario estaba bastante bueno. Cuando lo empecé la gente que supuestamente me quería se rió (en el sentido burlón)
Pero yo ya no tenía ocho años. Había aprendido a que había cosas que tenían que chuparme un huevo.
De todos modos terminé cerrando el blog cuando sentí que mi creatividad no daba para más. Había llegado a una meseta y no pude salir de ahí.
Después de eso, habrán pasado unos cinco años y volví a escribir, pero en privado. A veces lo publicaba en mi face, pero no pasaba de ahí.
Uno y otro amigo y también mi novia me alentaban a que vuelva a escribir. Ya lo estaba haciendo pero se referían a algo más serio lógicamente.
Bueno, junté coraje y salió esto que tienen frente a sus ojos.
¿Y por qué? Necesitaba un cable a tierra. Uno más. Y me vino muy bien. A veces mi mente trabaja demasiado, a veces ... siempre en realidad, soy muy complicado, o quizás yo complico todo. Lo simple me resulta insoportable. Pensar en mil variantes de cómo hacer cada cosa es inevitable.
Y me agoté. Escribir me revitalizó, pero creo que lo que mejor me hizo sentir fue la respuesta que obtuve. Primero que todos aquellos que me insistían a que haga algo con mis creaciones se alegraron y me felicitaron.
Pero también encontré gente a la que le gustó bastante lo que escribo (mucha más de la que originalmente pensé) y eso sinceramente, un poquito orgulloso me hace sentir.
Es lindo saber que uno es bueno en algo. Ya lo sé, no soy García Márquez y probablemente nunca alcance su nivel, pero amo escribir. Amar no basta dirán algunos y es cierto; comparto.
Pero la base está, y las ganas de hacerlo, siguen.
Perdonen que siga un poco con la línea del autobombo de la celebración de las 7.000 visitas, pero necesitaba explayarme un poco más en el agradecimiento hacia todos ustedes, los que me conocían de antes y los que me registran ahora.
Les vengo contando mi vida, comparto con ustedes cuentos que escribo a partir de alguna historia ajena, o propia, o por haber escuchado o leído alguna frase que actuó como disparador.
Todas, ya sean reales o de ficción, son historias simples. Escribo como hablo, simple, sin grises y de corrido.
Gracias por darme su tiempo gente, nos estamos leyendo.

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