sábado, 8 de abril de 2017

Ya no.

Estaban en la habitación de él. La escena era la habitual de los últimos días.
Ella: "Estoy rota. Y me gustaría culpar a alguien. Y a la vez tener el coraje de hacerme cargo. Me siento a mitad de camino de todo. El principio y el final del camino ... los dos extremos los siento muy lejos. Lejos y tarde para volver a empezar y para llegar a no sé dónde."
Él: "Sé exactamente cómo te sentís."
Ella: "No puedo creer que sigas aquí. Te miro y no sé si sentirme bien o sentir piedad por vos por seguir remando este barco que ... no va a llegar a ningún lado ... sinceramente, ¿no sentís que perdés el tiempo conmigo?"
Él: "Cuando estoy con vos, siento que el tiempo corre a mi favor. Siento que puedo manipularlo. Cuando te beso, todo se detiene. Cuando sonreís, todo pasa muy lento a mi alrededor. Con vos nunca pierdo el tiempo. Con vos mi amor, es todo lo contrario, no hay tiempo que perder."
Ella sonrió y corrió una lágrima rebelde.
Ella: "¿Siempre vas a tener palabras nuevas para mi?"
Él: "Todos los días. Pero no vengo solamente a traerte palabras. Estoy aquí para borrar todas tus inseguridades. Para amarte cuando sos dulce y también cuando te pones brava. Vengo para estar para vos. Para que me extrañes cuando no esté. Pero fundamentalmente, porque desde que me dejaste entrar a tu vida, soy una mejor versión de mi mismo. Sucede que creo que eso es estar enamorado. Querer ser mejor por y para alguien. Y vos sos la razón por la cual quiero ser una mejor persona. Te amo."
Ella lo miró con ojos de "te quiero en mi vida" y él la abrazó con ganas.
Eran ella y él. Eran todo lo que necesitaban.

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