miércoles, 15 de febrero de 2017

Monólogo.



Él prácticamente no durmió la noche anterior a verla. Pensó y midió con precisión matemática cada una de sus palabras. Finalmente, con una cara mitad desvelo, mitad ansiedad, se subió al colectivo que unía su casa con el lugar donde ella habitaba.
Iba con nervios de primera vez, era casi un chico nuevamente.
Se bajó del colectivo y caminó los cien metros que lo separaban de ella.
Cuando llegó, tuvo que respirar hondo más de una vez antes de empezar a hablar. Le temblaba hasta la fibra más íntima de su cuerpo.
Obvió las formalidades y se sentó cruzando las piernas, directamente sobre el piso.
Él: "¿Te acordás que cuando éramos chicos nos sentábamos así a jugar y nos peleábamos todo el tiempo? Eran peleas tontas, por un juguete, por zonzeras ... qué tarados eramos no? Qué se yo, quizás porque eramos pendejos ... (él se mordió los labios y continuó) ... sabés que este fin de semana estuve pensando en nosotros. Y mucho. Recordé cada uno de los momentos que vivimos. Tengo en mi memoria cada palabra que te dije. Hasta puedo traer al presente con exactitud cada sonrisa que me regalaste ... vos te debes acordar la noche que te dije lo que sentía por vos ... yo pensaba qué hacía un papelón irremediable y vos estabas ahí, magnífica, esperando a que yo termine de hablar y como no terminaba nunca me comiste la boca de un beso. Te amé así, impulsiva ... desde el minuto cero, y no me arrepiento de un solo segundo de los que te brindé. Sí me arrepiento de los momentos que te mezquiné. Qué imbécil! Sabés cómo pienso y pienso en qué hubiese pasado si yo hubiera hecho tal cosa y si así era quizás el destino era diferente? Y es al vicio, porque la macana ya está hecha, yo te dejé sola ... fue mi culpa, yo te encontré y también te perdí de puro destino ... yo .... perdoname que llore como un tarado pero es que te extraño demasiado y me cuesta ver tan grande la casa desde que te fuiste."
...
Él miró en otra dirección, con sus ojos enrojecidos y una voz cada vez más ronca.
"Mirá, también quiero decirte que sé que él vino a verte. Sé que lloró, que rogó, que maldijo. Lo sé. Lo vieron y me contaron todo. No tengo celos. Me da pena."
Volvió a mirar directamente hacia ella, fijamente.
"¿Sabés cuál es la diferencia entre él y yo? Yo no necesité perderte para saber quién eras vos. Yo me quebré por vos mil y una veces y lo volvería a hacer. Por eso él me da pena. No, no son celos en absoluto, para nada, asi que no equivoques conmigo … no de nuevo.
...
Me duele no tener a mi compañera, ... ¿no te jode que me quede aquí un ratito? No voy a decirte más nada, sólo voy a mirarte, puede ser? por favor, te juro que es sólo por un ratito"
...
Él se quedó contemplando el horizonte, con la mirada extraviada y recién cuando se sintió listo, se despidió de ella. Lanzó un te amo al aire y una mirada de no te olvido. Acarició un mármol frío y besó un bronce inerte.
Tan diferentes a la calidez que supo existir en ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Manual para matar.

¿Cómo matar a un no muerto? Lo sé, parece una pregunta estúpida, y quizás lo sea. Jamás me agradaron los dueños de verdades y no pretendo tr...